He soñado de noche con un enebral.
He oído resonar las bayas de metal,
Un timbre de amatistas fino y zumbador,
Y en mi sueño he sentido un alegre temblor.
La resina exudaba y yo la percibí
Apenas aparté los troncos donde vi
Tu sonreír opaco sin vivacidad
Lucir difusamente en la frondosidad.
¡Ay arbusto de enebro, ay qué enebro más cruel!
Dos labios congelados, un murmullo infiel,
Murmullo vago, olor a resina verdal
Que hirió mi corazón con su aguja mortal.
Por mi ventana veo el dorado filván
En el cielo y las nubes que vienen y van.
Mi huerto es un desierto, es mi desolación.
¡Enebro, Dios te dé perdón y absolución!
Hinweis: Du kannst diesen Text leider nicht kommentieren, da der Verfasser keine Kommentare von nicht angemeldeten Nutzern erlaubt.